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[LIBROS] Pack K-PUNK (Vol. 1, 2 y 3), de Mark Fisher

[LIBROS] Pack K-PUNK (Vol. 1, 2 y 3), de Mark Fisher

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«Al establecer conexiones entre campos remotos, Mark podía identificar la metafísica de un programa de televisión, las verdades psicoanalíticas latentes en una canción de Joy Division, las resonancias políticas de una película de Kubrick. Siento su ausencia como amigo y como camarada, pero más que nada como lector. Muchos días me pregunto qué habría dicho Mark sobre esto o aquello. Su escritura hacía que todo pareciera más cargado de significados. Leerlo producía adicción.» Simon Reynolds

Volumen 1: Libros, películas y televisión.

PREFACIO: SIMON REYNOLDS
PÁGINAS: 392
AÑO: 2019

«Al establecer conexiones entre campos remotos, Mark podía identificar la metafísica de un programa de televisión, las verdades psicoanalíticas latentes en una canción de Joy Division, las resonancias políticas de una película de Kubrick. Siento su ausencia como amigo y como camarada, pero más que nada como lector. Muchos días me pregunto qué habría dicho Mark sobre esto o aquello. Su escritura hacía que todo pareciera más cargado de significados. Leerlo producía adicción.» Simon Reynolds

“Intelectual sin ser académica, popular sin ser populista”: de esta manera caracterizaba Mark Fisher la misión de su labor crítica. Su relación con la vida universitaria había sido siempre incomoda, y fue a partir de descubrir el potencial democratizador de los blogs y de utilizarlo como un conducto para el intercambio entre la cultura popular y la teoría que encontró su medio y su voz. k-punk (primero el nombre de su página, luego una especie de identidad digital alternativa, como las de los productores de jungle que tanto amaba) pronto devino el centro y el catalizador de una comunidad de investigadores autodidactas, académicos desencantados y excéntricos de toda clase que saqueaban la obra de pensadores consagrados en busca de herramientas analíticas que eran utilizadas de modo no convencional.

Al reunir una parte significativa de esa desbordante producción online, además de reseñas, columnas de opinión, artículos activistas y ensayos que publicaba en simultaneo en revistas y libros, esta ambiciosa recopilación se propone reconstruir por primera vez la huella de aquellos años de escritura frenética y contagiosa en las que ya aparecerían sus obsesiones: el modernismo popular, los privilegios de clase, la precariedad y la depresión, las formas poscapitalistas del deseo, la hauntología y el realismo capitalista. Este libro –el primero de tres volúmenes– incluye sus textos sobre literatura, cine y televisión, y cubre un amplio arco de referentes que incluye a autores como J.G. Ballard, Margaret Atwood o Patricia Highsmith, directores como Cronenberg, Marker o Nolan, películas como Stars Wars, Los juegos del hambre o Terminator y programas televisivos como Big Brother, Breaking Bad, Westworld o The Americans.


Volumen 2: Música y política.

PÁGINAS: 544
AÑO: 2020

 

La coincidencia de la música y la política en este segundo volumen de los escritos de Mark Fisher podría parecer arbitraria. Sin embargo, ese cruce será fundamental para lograr lo que él consideraba un objetivo estratégico: superar el efecto alienante del pensamiento académico y la estética deslibidinizante de la izquierda. Tanto el laboratorio de escritura experimental que fue durante los años ochenta la prensa musical británica como aquellos episodios electrificantes en los que la música popular se convirtió en un catalizador para las tendencias colectivas y sensibilidades radicales son las bases sobre las que Fisher edificó un proyecto que se proponía volver a conectar la crítica cultural con un programa político. El glam de clase trabajadora de bandas como Roxy Music o Visage, el modernismo pulp de The Fall, el culto suburbano a bandas góticas como The Cure, el sonido alienígena del jungle o los paisajes sónicos post-rave de Burial proporcionarán modelos para escapar del agotamiento de la imaginación que impone el realismo capitalista.

K-punk puede interpretarse como un manual sobre cómo escribir crítica cultural en el siglo XXI. Si en el primer volumen comprendimos que la “k” del seudónimo blogger de Fisher refería a kuber (el término griego para «ciber»), esta entrega despeja toda duda sobre el segundo componente. Aquí la estética punk se manifiesta tanto en la prosa afilada con la que demuele a sus enemigos (Tony Blair, la prensa liberal británica, los festivales de rock) como en la urgencia de sus intervenciones, que operan como incisivos comentarios de la coyuntura en tiempo real. Leemos agudas reflexiones sobre resultados electorales o la crisis financiera de 2008, crónicas de los saqueos de Londres en 2011 y glosas sobre su insidiosa cobertura mediática. Este libro nos sugiere también elementos para una certera crítica a la privatización de la educación y de la salud mental, y para un análisis de los efectos nocivos del empleo precario y la adicción a los smartphones. El efecto de lectura refuerza la pregunta que nos acecha desde su muerte: ¿qué pensaría Mark Fisher sobre nuestra catastrófica actualidad? Las últimas entradas de este volumen –sobre ISIS, Trump y el Brexit– nos ayudan a imaginar algunas respuestas.

Volumen 3: Reflexiones, Comunismo ácido y entrevistas.

PRÓLOGO: MATT COLQUHOUN
PÁGINAS: 256
AÑO: 2021

 

Si bien el principio que organiza los escritos reunidos de Mark Fisher no es cronológico, este tercer volumen refleja de manera fiel aquellas problemáticas que lo desvelaron los últimos años de su vida. En varias de las entrevistas seleccionadas para este libro, así como en sus numerosas intervenciones online entre las que destacan escritos como “Spinoza, k-punk, neuropunk”, “Bueno para nada” o el audaz, y en su momento muy debatido, “Salir del Castillo de Vampiros”, Fisher confrontaba una vez más con el purismo paralizante de la izquierda. Solo que en esta oportunidad su foco está puesto fundamentalmente en cómo las redes sociales, con sus ejércitos de trolls tóxicos y moralismo de caza de brujas, amplifican nuestros peores impulsos, incentivando por medio de algoritmos la indignación rápida y desmantelando casi por completo todo sentido de camaradería, conciencia de clase y solidaridad. Un fenómeno que, por supuesto, no ha dejado de crecer y que demuestra cuán efectivas son las tecnologías sociales del capitalismo comunicativo a la hora de exacerbar ciertas pulsiones y bloquear otras.

Pero, como suele ocurrir con la obra de Fisher, a la crítica de los mecanismos que empobrecen nuestra potencia política le sigue el señalamiento sobre la positividad de aquello que “el capital se ve obligado a obstruir siempre: la capacidad colectiva de producir, cuidarnos y disfrutar”. En esta última entrega de K-punk, lo que funciona como coda inspiradora y luminosa son las mismas páginas que estamparon el final abierto con el que concluyó su legado intelectual. Nos referimos a la introducción a Comunismo ácido, el libro en el que estaba trabajando al momento de su muerte. Mucho se escribió y se seguirá escribiendo al respecto de su última visión para una política emancipadora. Comunismo ácido iba a ser un programa materialista y psicodélico destinado a liberar la imaginación política del constreñimiento del realismo capitalista, a partir de retomar la revolución social y psíquica que la contracultura de los años sesenta había comenzado y que el neoliberalismo tan eficazmente supo desarticular. Que el proyecto haya quedado inconcluso puede interpretarse como una invitación a continuarlo allí donde él lo dejó, teniendo siempre presente que la invención de un horizonte inédito de activismos culturales y políticos debe exceder la subjetividad de un escritor para volverse una tarea colectiva.

 

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